¿CÓMO PASE DE NO PLANCHAR NADA A QUERER PLANCHARLO TODO?

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Hola de nuevo!! ¿Como andan? Yo aca estoy, recién termine de planchar una de mis faldas favoritas y me pregunté: ¿Qué fue lo que pasó que de pronto disfruto y quiero planchar mis prendas?

¿Será que soy gerontofobica y siento terror a las arrugas? ¿Será que luego del auge de la 4ta ola del feminismo, el patriarcado volvió con todas sus fuerzas e indirectamente me hizo creer que que nací para cocinar y planchar? O será otra cosa…

Por supuesto que es otra cosa, y en esta edición te lo voy a desarrollar, para ver si te contagio.

ACUMULACION Y BARBARIE

Desde que mi pasión por la moda surgió, y mi trabajo comenzó a estar vinculado con la indumentaria, comencé a transitar muchos años enemistada con la plancha.

Quizás por mi ansiedad constante o mi poco interés por ser detallista, siempre sentí que PLANCHAR era una pérdida total y absoluta de tiempo.

Mi slogan era: «Al que le molestaba las arrugas que se joda, yo iba a ir por la vida con mis prendas sin planchar.»

No fue hasta 2023, cuando en el medio del proceso profundo de re-conectar con mi estilo, cuestionar mis hábitos de consumo en materia de indumentaria y repensar en lo que quería comunicar, LA PLANCHA volvió a tocar mi puerta.

Siempre tuve plancha en mi casa, eso claramente fue un mandato familiar. Si fuera por Carmen de los 25 a los 34 anos, la plancha nunca hubiese sido un gasto ya que durante 10 anos fue simplemente un objeto de adorno que ni siquiera lo hacia.

Pero ¿Cual fue mi vinculo con la plancha antes de eso?

UNA BREVE HISTORIA PERSONAL DEL PLANCHADO

Hija de una madre de 3 hijos, ama de casa por vocación y muy organizada o estructurada, la plancha siempre estuvo presente en mi casa de la infancia.

Recuerdo el olor a ropa recién planchada, el ruido y el aroma del aerosol que se le tiraba a las camisas para darle mas estructura y hasta la coreografia de sonidos que hacia la tabla de planchar, que funcionaban como musica de ambiente en las tardes de mi infancia.

En mi casa planchaba mi mama, pero también lo hacia Ana.

Tengo escenas de ver planchar a todo el linaje femenino materno. Se planchaba no solo indumentaria, se planchaban las toallas, las sabanas, la ropa interior, incluso los repasadores no podían librarse de ese ritual.

Pero cuando me fui a vivir sola, ese ritual lo extirpe de mi vida.

Comencé a darme cuenta que las toallas podían usarse sin planchar. Que no tenia sentido alguno planchar sabanas, si cuando las ponías sobre el colchón se estiraban y se iban las arrugas y mucho menos los repasadores, que total, que me importaban.

Comencé a prescindir completamente de la plancha y me enorgullecía de hacerlo, ya que esto me permitía TENER MAS TIEMPO.

¿Pero que paso Carmen? ¿Qué fue lo que te volvio a enamorar del planchado?

EL AMOR DESPUES DEL AMOR, y la PLANCHA

2023 fue un año de re-conexion con mi estilo, de re-descubrir lo que efectivamente me gustaba, sin tanto estimulo externo y dandole lugar a mis intereses mas profundos.

Asi fue que cuando re-conecte con mi estilo, con un guardarropas mas acotado y seleccionado amorosa, paciente y cuidadosamente por mí, el acto de planchar volvió a tener sentido.

Fue asi que encontre un paralelismo entre el planchado y el skincare de mi rostro. Asi como este ultimo, lo hago no con el objetivo de quitar arrugas sino porque me gusta dedicarme un ratito a mi, plancho porque me gusta dedicarle tiempo y cuidado a las prendas que elegi para que me representen y me identifiquen.

Cuando tenemos prendas que nos representan, nos hacen sentir bien, y nos reconfortan, queremos cuidarlas y hacer que duren y para eso nada mejor que dedicarle atención y tiempo.

Incluso también encontré en el ritual del planchado un ejercicio espectacular de meditación en movimiento, donde me tomo el tiempo para escuchar música, o algún podcast o simplemente meditar.

Contar con un guardarropas curado por mi estilo personal, redujo mi ansiedad constante al momento de vestirme, me volvió a re-encontrar con lo lindo y lúdico de vestirme, y me hizo mucho mas sencillo conservar el orden y cuidar las prendas que alli se encontraban.

Dedicarles tiempo a nuestra ropa implica tomarnos tiempo antes de elegirla, tomarnos tiempo al momento de pensar cómo usarlas, tomarnos el tiempo para cuidarlas, limpiarlas, sacarles manchas, coserlas, acortarlas, arreglarlas (o mandarlas a arreglar) y dejarlas listas para cada nuevo uso. El planchado es una parte de ese cuidado.

Si bien podría -y de hecho puedo- vivir sin mis prendas planchadas, tomarme el tiempo para hacerlo me sirvio para reconectar con mis prendas, reencontrarme con ellas y generar un vinculo sano entre persona y objeto que fue mi objetivo de el año que termino.

Con esto no quiero convencerlas de que planchar sea una condición necesaria para contar con un estilo personal o un guardarropas consciente, pero si quiero poner el planchado, como un ejemplo de dedicarle tiempo y cuidado a las prendas que atesoramos y nos representan.

Ahora que volví a sumergirme en el universo del planchado, en esta ocasión como adulta que soy, me encontré con varios sistemas de planchados del cual no tengo tanta idea, y que necesité ordenarlos y plantear pro y contras para establecerlos y mostrarselos.

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